Peter N. Spotts - The Christian Science Monitor / Sott.net
21/07/2009
Traducción: El Averiguador
Esta imagen muestra un gran impacto en la región del polo sur en Júpiter, capturado el 20 de julio por el Telescopio Infrarrojo de la NASA en Mauna Kea, Hawai.
La lista de objetos cósmicos que podrían impactar en la Tierra está en aumento. Los científicos estudian el uso de ‘tractores’ satelitales y armas nucleares como formas para desviar asteroides que se dirigen hacia nosotros.
Cuando un objeto impactó Júpiter el fin de semana, brindando a los científicos el mayor espectáculo de colisión cósmica desde el cometa Shoemaker-Levy 9 en 1994, el gigante planeta gaseoso incorporó el golpe como si fuera la mascota de la compañía Pillsbury.
Sin embargo, por todo su interés científico, la colisión también sirve como claro recordatorio de que el sistema solar continúa siendo una galería de tiro – con la Tierra, al igual que Júpiter, en el lado incorrecto de la línea de fuego.
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La marca del objeto sobre las nubes de Júpiter fue descubierto inicialmente por un astrónomo australiano amateur, Anthony Wesley, mientras tomaba fotografías del gigante planeta con su telescopio de 14.5 pulgadas. Después de alertar a otros astrónomos sobre lo que parecía ser una "cicatriz" en las nubes superiores similar a aquellas generadas por los fragmentos del Shoemaker-Levy 9, científicos de la NASA apuntaron un telescopio infrarrojo de 3 metros hacia el planeta y echaron un buen vistazo.
“Podría ser el impacto de un cometa”, según Glenn Orton, científico del Laboratorio de Propulsión Jet de la NASA (JPL) en Pasadena, California, en declaraciones del día de ayer. “Pero todavía no estamos seguros”.
Cuando se trata de objetos, Earthlings debería mantener un ojo sobre ellos; el catálogo creado por los científicos está en aumento.
Según información de JPL, desde 1995, los astrónomos asociados con 10 proyectos de búsqueda han descubierto más de 6,200 asteroides cercanos a la tierra de todos los tamaños. Unos 784 son al menos de un kilómetro de extensión o más. Más de 1.000 son considerados como “potencialmente peligrosos” – aquellos que pasan por la Tierra a una distancia menor de 7.5 millones de Km.
Y mientras que los más grandes tienen el potencial de producir el mayor daño, los científicos están obteniendo una nueva apreciación del impacto que incluso pueden representar los más pequeños.
Hace dos años y medio, científicos de los Laboratorios Nacionales de Sandia, en Albuquerque, N.M., crearon simulaciones avanzadas en súper computadoras del evento de Siberia del año 1908, que arrasó con los árboles en una región de unos 48Km. de extensión. Los cálculos de la explosión aérea, haya sido por un meteoro o un fragmento cometario, rondan entre los 10 y 20 megatones.
La buena noticia: Los cálculos de la súper computadora de Sandia, en 3-D, ubica a la explosión entre 3 y 5 megatones. La mala noticia: los cálculos también indicaron que el asteroide o fragmento cometario era mucho más pequeño de lo previamente estimado. Existen muchos más asteroides pequeños que grandes dando vueltas.
A veces parecen salir de la nada.
En octubre pasado, astrónomos detectaron un asteroide de unos 2 a 5 metros de longitud. 21 horas después, ingresó a la atmósfera sobre el norte de Sudán salpicando el desierto con meteoritos. La explosión generada por el objeto fue de aproximadamente 1.000 toneladas de TNT.
Para los especialistas en asteroides, esta fue una prueba de fuego de los protocolos que desarrollaron para alertar a astrónomos para que monitoreen el objeto y refinen los cálculos orbitales y de ubicación de impacto – y para alertar a las autoridades nacionales de que un impacto directo estaba en camino.
El incidente "subrayó la exitosa evolución de los descubrimientos y procesos de predicción de orbitas del Programa de Objetos Cercanos a la Tierra”, escribieron los científicos de JPL, Steve Chesley, Paul Chodas, y Don Yeomans en un informe después del evento sobre el incidente.
El objetivo, por supuesto, es detectar estos objetos y generar a tiempo aproximaciones de orbita altamente refinados para adoptar una acción defensiva, de ser necesaria.
¿Y cómo sería esta acción?
En un extenso análisis de opciones que le otorgaron un nuevo Doctorado en ingeniería aeronáutica de la Universidad de Glasgow, Joan Pau Sánchez Cuartielles trata varios enfoques que van desde detonar una pequeña bomba nuclear cerca de un asteroide, hasta utilizar un satélite de modesto tamaño como una especie de tractor que empuje al asteroide hacia una órbita menos peligrosa, conectado al asteroide por medio de su gravedad mutua.
La opción nuclear (con un explosivo acorde a la masa y densidad del asteroide) resultó ser la más efectiva, aunque políticamente problemática. El empuje gravitacional podría ser efectivo con algo de tiempo de ventaja, o si el objetivo es empujar un asteroide lo suficiente como para asegurar que se evite un punto gravitacional ideal, u ojo de cerradura, que lo ubique en curso de colisión con la Tierra dentro de décadas en el futuro.
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