martes, 5 de enero de 2010

Copenhague y su calentamiento mediático

Luis Fernández Cuervo
El Salvador
03/01/10

Comenzamos un nuevo año. Para los que piensan en las cosas negativas que les puede traer, por lo menos quiero quitarles una preocupación: no crean ni una palabra de los que pretenden seguir asustándonos con el calentamiento de la Tierra, y otras manipulaciones ideológicas sobre el clima. Escuchen la sentencia de los expertos honrados: "No hay siquiera consenso sobre si la atmósfera está actualmente calentándose y menos aún sobre si la humanidad es responsable".

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Todos los que no tenemos calentamiento mental producido por esta estafa científica del "calentamiento global producido por el dióxido de carbono de origen humano", sabemos que esa burbuja comenzó a deshincharse con el "Watergate del clima" y terminó de reventar en la reciente reunión Cumbre de Copenhague.

La cosa comenzó así. A Margaret Thacher, cuando era jefe del gobierno británico, el carbón y el petróleo le crearon serios problemas: violentas huelgas de los mineros del carbón y súbita carestía del petróleo debido a los "petrodólares" de la OPEP. Eligió optar por la energía nuclear, pero conoció la hipótesis de un oscuro científico sueco de que el aumento de la temperatura media de la Tierra podría deberse al incremento del CO2 (dióxido de carbono), emitido por las industrias y tecnologías humanas. La Thacher rápidamente dijo: "aquí hay dinero para los que quieran investigar sobre esa hipótesis". Y creó para ello el IPCC (Panel Intergubernamental del Cambio Climático).

¿Qué habría sucedido si los estudios del IPCC hubieran demostrado pronto que esa hipótesis era absurda? Que el chorro de dinero se habría cerrado y habría que haberlo buscado en otra cosa. Pero ya la burbuja seudocientífica y mediática se había hinchado mucho, así que...

Mann y Jones, científicos "calentólogos", publicaron unos estudios, con sus gráficas respectivas, donde la temperatura permanecía estable en los últimos 1.000 años y se elevaba bruscamente en el Siglo XX, teoría que se conoció como "el palo de hockey" y fue inmediatamente adoptada oficialmente por el IPCC. Afirmaron que el Siglo XX había sido el más caliente de esos mil años. Con ello negaban la existencia del "Óptimo Cálido Medieval" -–tan caliente o más que el Siglo XX y que el XXI-- y de la "Pequeña Edad del Hielo": la caída de la temperatura media desde el año 1400 hasta el final del Siglo XIX. Si hubieran admitido eso, su "palo de hockey" se habría torcido tanto como sus conciencias.

Por supuesto que había muchos estudios, bien garantizados que invalidaban "el palo de hockey", pero la burbuja mediática los silenció y siguió robusteciéndose con intereses cada vez más fuertes. Uno de ellos fue Al Gore. Frustrado en sus aspiraciones a la presidencia de EE.UU., se lanzó a una ambición mayor: profeta y salvador de la catástrofe global que había que detener. Obtuvo así fama mundial, un Premio Nobel de la Paz (¡¿?!) y muchos millones. Contribuyó a difundir la idea falsa de que el aumento del CO2 causaba el calentamiento terrestre. Nunca vio, o no quiso ver, que el dióxido de carbono era consecuencia y no causa del calentamiento global.

La Cumbre anunciada a bombo y platillo en Copenhague, multitudinaria, millonaria y emitiendo un CO2 equivalente al de una ciudad de unos 200.000 habitantes, comenzó ya herida de muerte por el escándalo del "Watergate del clima" o "Climagate": la publicación de e-mails con comentarios reveladores y muy inconvenientes sobre manipulaciones de datos y cifras sobre el clima. Ellos venían del CRU (Unidad de Investigación Climática de una universidad inglesa).

El escándalo del CRU fue el detonante. Después se añadió la supresión de párrafos adversos en el informe oficial del IPCC y la divergencia entre las páginas de ese informe entregadas a los científicos y el resumen ofrecido a los políticos y periodistas.

El Climagate dejó mal ante la opinión pública a una camarilla de 20 ó 30 científicos –no sólo del CRU- que revisaban y se aprobaban sus mutuos estudios. Conformaron ese peer-review excluyente para que las revistas científicas publicaran sólo sus estudios y no los estudios contrarios a sus conclusiones. El delito científico e informativo había salido a la luz y pronto se corrió por los medios informativos no comprados por la mentira millonaria.

¿Irán a juicio? Difícil. Siguen habiendo fuertes intereses políticos y económicos de alcance mundial.

Pero la Cima del Clima en Copenhague ya nació moribunda y poco concreta en sus debates y conclusiones. Estaba intoxicada, no de CO2, sino de gases malolientes: sus turbias intenciones contra países subdesarrollados. Pretenden --¿se atreve-rán?-- que esos países frenen su desarrollo basado en el petróleo y el carbón y que salten a la energía eólica y solar. El mundo millonario y altamente tecnificado les proveerá de esas energías limpias... ofrecidas por unas manos ¿también limpias?¿O ustedes creen que se las van a regalar?

Luis Fernández Cuervo es Dr. en Medicina y columnista de El Diario de Hoy. luchofcuervo@gmail.com

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