martes, 9 de febrero de 2010

Un invierno extremadamente frío sacude la desértica Mongolia

Libertad Digital
01/02/10

Los nómadas mongoles, herederos pobres del implacable imperio que Genghis Khan forjó en el siglo XIII, son los principales afectados por el "dzud", un fenómeno de frío extremo que les está obligando a trasladarse a Ulan Bator en busca de refugio.

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Lo que no han logrado ni los años ni el incipiente desarrollo económico lo está consiguiendo esta anormalidad específica del invierno mongol.

El "dzud" es un fenómeno climatológico que encadena una prolongada sequía en verano con fuertes nevadas y temperaturas extremadamente bajas en invierno, un hecho que provoca la desaparición de los pastos naturales de los rebaños en las llanuras.

El Gobierno mongol, que ya ha declarado zona catastrófica siete de las 21 provincia del país y zonas de riesgo en otras doce, informó la semana pasada de la muerte de más de 1,4 millones de cabezas de ganado, que son la única fuente de supervivencia de los nómadas.

Los animales, debilitados por la escasez de pastos en verano, no pueden acceder a la escasa hierba que puede quedar bajo la espesa capa de nieve y perecen de hambre.

El invierno ha enterrado más del 80 por ciento de la superficie de Mongolia bajo un manto de nieve de entre 20 y 90 centímetros de grosor y soportando temperaturas inferiores a 40 grados bajo cero.

"Cada mañana encuentro muertos entre cinco y diez animales. De un rebaño de 500, han fallecido unos 120 a causa del frío extremo y la falta de alimento", afirmó Javzmaa Batbold, un pastor de la región de Dundgobi, en el centro del país, citado por la agencia oficial china Xinhua.

La pérdida de ganado amenaza con acabar con el estilo de vida tradicional de los nómadas, que se trasladan en masa a las ciudades para buscar cobijo y trabajo.

"No sé qué futuro le espera a nuestra familia si muere todo el rebaño", expuso el pastor, cuyo lamento es común al de los centenares de miles de nómadas que pueblan el interior de Mongolia.

El movimiento demográfico supone también una tensión en el frágil equilibrio social del país, ya que las estructuras de asistencia en las zonas urbanas son escasas cuando no inexistentes y la tasa de desempleo roza el 50 por ciento.

Mongolia tiene un tamaño tres veces superior a España y cuenta con 2,6 millones de habitantes, lo que le convierte en el país con menor densidad de población del mundo, apenas 1,7 personas por kilómetros cuadrado.

Ulan Bator y las Naciones Unidas levantaron la alerta, a la que ya han respondido países como Francia, Rusia, China y Australia, facilitando ayuda humanitaria en forma de mantas, harina, arroz, velas y medicinas.

Hoy mismo, Pekín anunció el envío de 680 toneladas de material de emergencia en trenes y seis aviones, aunque, una vez en Mongolia, la distribución de la ayuda se convierte en problemática.

"Los más pobres no tienen capacidad para almacenar comida o combustible para la calefacción y los suministros a los pueblos son imposibles porque están aislados", lamentó Rana Flowers, coordinadora de la ONU en Mongolia.

Flowers, sin embargo, aseguró que todavía no se registraron fallecidos directamente relacionados con el "dzud", excepto en los de cuatro madres que murieron a causa de complicaciones en el parto cuando estaban dando a luz en lugares aislados.

Se calcula que unos 200 núcleos habitados desperdigados por la geografía mongolia se encuentran inaccesibles, además de que unos 22.000 niños permanecen recluidos en las escuelas (normalmente, en Mongolia los centros educativos están a kilómetros de los poblados nómadas) y separados por tanto de sus familias.

Según datos de la ONU, Mongolia ocupa el puesto 114 de 177 en el último informe de desarrollo humano, a pesar de su riqueza en yacimientos minerales, muchos de ellos aún vírgenes.

El último "dzud", que data del año 2001 y no está considerado tan severo como el actual, se cebó especialmente en la falta de alimentos y medicinas, causando problemas de malnutrición e infecciones en niños y mujeres embarazadas.

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