Se trata de las tormentas de polvo hacia el océano, sobre las que no existen dato.
lanacion.com.ar / 08 - 10 - 2007
Todo comenzó cuando un científico argentino que analiza imágenes satelitales en la agencia espacial de los Estados Unidos (NASA) observó manchas difusas que salían de la Patagonia hacia el océano Atlántico. Tras descartar las nubes en el cielo sureño, vio que se trataba de tormentas de polvo del desierto, un fenómeno que atrae la atención en el mundo por su posible capacidad para reducir el calentamiento terrestre y explicar las glaciaciones.
"Se conoce el impacto local que tienen las tormentas de polvo patagónicas sobre la salud respiratoria de la población, pero se ignora que también influyen en el clima", comentó a LA NACION el doctor Santiago Gassó, investigador asociado de la Universidad de Maryland (EE.UU.) y la NASA, donde se dedica a la detección satelital de aerosoles, partículas en suspensión dispersas en el aire.
Según un estudio que realiza desde 2004 con el doctor Diego Gaiero, del Centro de Investigaciones Geoquímicas y Procesos de la Superficie de la Universidad Nacional de Córdoba, la cantidad de polvo que sale de la Patagonia y se deposita sobre el agua del Atlántico es aproximadamente de unos 30 gramos por metro cuadrado por año. Este dato, según Gassó, es comparable a la cantidad de polvo que el Mediterráneo recibe del Sahara, el desierto más grande del mundo.
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Desde entonces, con Gaiero trabajan para reunir a 50 científicos de Italia, Alemania, Francia, Inglaterra, Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda, Chile, Brasil y la Argentina en el Centro Nacional Patagónico (Cenpat), en Puerto Madryn, y empezar a producir datos. "Existe mucho interés en saber si el polvo patagónico influye en el crecimiento del fitoplancton del Atlántico y, también, por qué hay pequeñas franjas de polvo en muestras de hielo de la Antártida, cuyo origen se desconoce", dijo Gaiero, de visita en el país.
Uno de los nutrientes que posee el polvo es el hierro, que aumenta la necesidad de oxígeno del fitoplancton cuando se dispersa sobre el océano. Esto eleva el consumo de dióxido de carbono (CO2) a través de la fotosíntesis. "En una zona con mucho polvo, sería una forma de controlar los gases de efecto invernadero, ya que cuando los organismos del fitoplancton mueren, se van al fondo del mar. Es una hipótesis atractiva. Se podrían fertilizar zonas oceánicas para capturar CO2", propuso.
Fabiola Czubaj
miércoles, 10 de octubre de 2007
Atrae interés un fenómeno patagónico
Etiquetas: Clima
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