El Mundo
25/03/09
Una bola de fuego cruzó el cielo, explotó a 37 kilómetros de altura y sus restos se esparcieron por el desierto de Nubia (Sudán), ante la mirada atónita de los habitantes de Wadi Halfa. Se trata del asteroide 2008 TC3, cuyos fragmentos han sido recuperados y está dando interesantes pistas sobre el origen de algunos extraños meteoritos que llegan a la Tierra.
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El avistamiento del asteroide, del tamaño de un coche, fue avistado por el telescopio Catalina Sky Survey en el Monte Lemmon de Arizona (Estados Unidos)el 6 de octubre de 2008, antes de que llegara a la atmósfera terrestre. Era algo que no había ocurrido hasta entonces.
«Todos los meteoritos habían sido observados cuando ya eran una bola de fuego o con una estela de humo cuando cruzaban la atmósfera, pero no antes», confirma Douglas Rumble, un geofísico del Instituto Carnegie que ha participado en este trabajo, publicado esta semana en Nature.
Para conocer las composiciones químicas de los asteroides, que orbitan alrededor del Sol en nuestro sistema planetario, hasta ahora los científicos analizaban los espectros de la luz solar que reflejan sus superficies y también la composición de los meteoritos que llegaban a la Tierra, aunque se desconocía de qué tipo de asterroide procedían.
En este caso, sin embargo, los observatorios astronómicos, apoyados por la NASA, siguieron su trayectoría en el espacio y pudieron tomar medidas espectrográficas antes de que, al día siguiente, desapareciera en la zona en sombra de nuestro planeta.
El impacto ocurrió 19 horas después al norte de Sudán y enseguida se puso en marcha un equipo para colaborar en la recuperación de sus fragmentos. Lo dirigían Peter Jenniskens, del Instituto SETI en el Centro Carl Sagan (California) y Muawia Shaddan, de la Universidad de Jartúm, de donde 45 estudiantes participaron en la búsqueda en el desierto.
Diamantes diminutos
En total, durante el pasado mes de diciembre, encontraron 47 fragmentos, con 3,95 kilos de peso, esparcidos en 29 kilómetros a la redonda, cerca de Wadi Halfa, en norte de Sudán.
Todos pertenecían al asteroide 2008 TC3. «Comprobamos que se trataba de un objeto de un material muy frágil y que los trozos recuperados eran distintos de los que existen en la colecciones actuales», explica Jenniskens.
El estudio del contenido, realizado por Andrew Steele, reveló que el carbón del meteorito había estado sometido a temperaturas mucho más elevadas que otros conocidos, hasta el punto que era grafito. También había diminutos diamantes (nanodiamantes, los llaman), que podrían dar pistas sobre si el calor que experimentó el 2008 TC3 se debió a impactos en su asteroire-padre o por otros motivos desconocidos.
También los isótopos de oxígeno están proporcionado valiosa información sobre estos objetos. La principal fuente de meteoritos que llegan a la Tierra proceden de asteroides que están en el Sistema Solar, entre Marte y Júpiter, y tienen como firma distintiva tres isótopos (160, 170 y 180).
«Constituyen la característica decisiva para determinar el origen o la agrupación de un grupo de meteoritos», explica Rumble.
En este caso, todo parece indicar que los fragmentos del 2008 TC3 entran en una extraña categoría, los ureilitas, cuyo origen se desconoce dónde está, aunque a partir de ahora se podrán reconocer mejor cuando se observen en el espacio.
Los investigadores creen que un asteroide ya conocido, el 1998 KU2, de 2,6 kilómetros de tamaño, podría ser la fuente del 2008 TC3.
miércoles, 25 de marzo de 2009
Reconstruyen un asteroide tan grande como un coche
Etiquetas: Descubrimientos científicos, Meteoritos
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