miércoles, 15 de octubre de 2008

Ampliación: Mercurio, planeta enigma

Josep Corbella
Lavanguardia.es
12/10/08


A primera vista parece la Luna. En la foto se aprecia su superficie sin vida iluminada por los rayos del sol sobre el fondo negro del espacio. Destacan dos grandes cráteres blancos, uno aproximadamente en el centro de la imagen y otro más de mil kilómetros al sudeste, de los que irradian profundos valles como patas de araña. Otros miles de cráteres tapizan toda la superficie del astro. Son cicatrices de los meteoritos que se han estrellado allí desde el origen del sistema solar y reliquias de los volcanes que estuvieron activos en un pasado remoto. Pero no es la Luna. Es Mercurio tal como lo ha fotografiado esta semana la nave Messenger de la NASA, la primera que visita el planeta desde 1975 y la segunda en toda la historia de la exploración espacial.

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Mercurio es un mundo de extremos. Es el planeta más pequeño y el más próximo al Sol. Un lugar donde el día dura dos meses terrestres, donde el año no llega a tres meses y donde la temperatura sube a 420 grados a mediodía y cae a 180 bajo cero a medianoche. Es el único planeta sin lunas y el único sin atmósfera. Y uno de los menos explorados y de los que más incógnitas plantean a los astrónomos.

Los científicos se preguntan a qué se debe su extrema densidad - cada centímetro cúbico de Mercurio pesa más de cinco gramos-, si hay agua helada en los cráteres de sus polos o por qué es tan parecido a la Luna por fuera (con su superficie agujereada de cráteres) y tan parecido a la Tierra por dentro (con un núcleo de hierro que crea un campo magnético alrededor del planeta, algo que no tienen ni Venus ni Marte).

Estas son algunas de las preguntas a las que intentará contestar la misión Messenger. Las respuestas permitirán deducir "cómo se ha desarrollado la historia de Mercurio desde la formación del sistema solar hace 4.600 millones de años", explica Sean Solomon, director científico de la misión. Los resultados de Messenger, combinados con los de otras misiones a Venus y a Marte, ayudarán a comprender mejor la historia de los cuatro planetas rocosos del sistema solar, lo que a su vez aclarará cómo la Tierra se convirtió en un lugar apto para la vida.

La nave, que partió de la Tierra en el 2004, se convertirá en marzo del 2011 en la primera que se sitúe en órbita alrededor de Mercurio - la Mariner 10 lo sobrevoló en 1974 y 1975 pero no quedó en órbita-. Para poder ser atrapada por la débil gravedad del planeta, y no caer en el horno del Sol ni salir despedida hacia el espacio interestelar, la nave deberá realizar una serie de maniobras que incluyen pasar dos veces junto a Venus y tres junto a Mercurio. Estas maniobras, necesarias para corregir su trayectoria ayudándose de la gravedad de los planetas, la obligarán a recorrer 8.000 millones de kilómetros y dar quince vueltas alrededor del Sol antes de llegar a destino.

Pero las observaciones realizadas en estas aproximaciones a Mercurio ya han empezado a responder a algunas de las preguntas que tenían los científicos. La primera aproximación se produjo el pasado 14 de enero, cuando Messenger sobrevoló el planeta a sólo 200 kilómetros de altitud. Los datos tomados en aquel encuentro, presentados este verano en la revista Science,han revelado que el planeta tuvo volcanes activos en el pasado - una posibilidad sobre la que los científicos no se habían puesto de acuerdo- y han permitido cartografiar un 21% de la superficie del planeta aún inexplorada - ya que la misión Mariner 10 sólo pudo observar un 45% del astro-.

La segunda aproximación ha sido la de esta semana, cuando Messenger ha pasado de nuevo a 200 kilómetros de Mercurio a 24.000 kilómetros por hora y ha aprovechado para tomar 1.200 fotos. Los científicos de la misión dedicarán los próximos meses a analizar la cosecha de datos de esta semana. Por ahora, la NASA ha difundido una primera serie de imágenes que muestran aspectos inéditos de la superficie de Mercurio. La que ilustra esta página se captó 90 minutos después de la máxima aproximación, cuando la nave ya se había alejado 36.000 kilómetros. El tercer y último encuentro se producirá el próximo 29 de septiembre y ofrecerá un último aperitivo antes de que la nave se instale en Mercurio para estudiar el planeta de cerca durante un año terrestre.

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