Marwaan Macan-Markar
IPS
13/05/08
Crédito Anónimo
El retrato de la muerte que atacó Birmania hace 10 días en ancas del ciclón Nargis atraviesa, por Internet, las fronteras de este país sometido a una brutal dictadura militar.
Las fotografías más conmovedoras muestran a niños y niñas fallecidos. En una de ellas, enviada a IPS por correo electrónico, aparecen seis depositados delicadamente sobre la tierra, uno junto a otro.
En otra, el cuerpo de un niño atorado, boca abajo, en las ramas de un arbusto. En otra más, un hombre con el rostro desencajado y un bebé muerto en brazos.
El fotógrafo pidió no ser identificado. Conoce los riesgos que afrontará si es detectado por el régimen, en este país donde la represión no tiene límites desde el golpe de Estado de 1962.
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Ni siquiera el ciclón del día 3, que dejó a un millón de personas sin techo y le segó la vida a más de 100.000, atemperó esa vocación autoritaria.
El primer ministro, general Thein Shien, informó esta semana a empresarios adictos al régimen que no admitiría "extranjeros" ni "cámaras" en el delta del río Irrawaddy, la zona más golpeada por el ciclón, en el sudoeste del país, según una fuente bien informada.
Al mismo tiempo, la junta negó la visa de ingreso a periodistas extranjeros, y ordenó duras restricciones a la cobertura de la prensa birmana.
Mantener este desastre natural y sus consecuencias fuera de la mirada pública es parte de una estrategia gubernamental que quedó clara desde que irrumpió el ciclón: el régimen quiere dar la impresión, dentro y fuera del país, de que tiene la situación bajo control.
Su interacción con funcionarios de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Rangún, la principal ciudad y antigua capital, marcó el tono.
Hasta el día 9, la junta no había hecho ningún pedido de asistencia al foro mundial, sea formal o informal, dijo una fuente residente en Rangún con contactos de alto nivel. "Aún ahora mantienen la distancia", agregó.
De hecho, la ayuda de las agencias internacionales llegó a instancias de éstas. Los personeros de la dictadura no pidieron nada. "La ONU ofreció asistencia, e incluso presionó para aportarla, y ellos la aceptaron muy de a poco", indicó el informante.
Hasta ahora, el líder de la dictadura, general Than Shwe, se ha negado, incluso, a descolgar el teléfono para dialogar con el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, quien lo llamó en reiteradas ocasiones.
Cualquier esperanza en un cambio de actitud que pudieron albergar los representantes de la comunidad internacional terminó aplastada en una conferencia de prensa que brindaron el domingo tres ministros.
El de Bienestar Social, general Maung Maung Swe, aprovechó para agradecer la ayuda, e informó que el gobierno estaba "en control de la situación". Gracias a la respuesta del régimen, aseguró, "nadie murió sino como consecuencia directa del ciclón".
"Myanmar (nombre que la dictadura da al país) se complace en recibir asistencia, pero su distribución corresponde al gobierno y no se admitirá el ingreso de extranjeros en las áreas efectuadas", continuó.
"Si quieren visitarlas, escríbannos. Consideraremos los pedidos caso por caso e iremos juntos en el momento adecuado."
Pero esta actitud tuvo como reflejo, en la sede de la ONU en Nueva York, la exasperación ante lo que una fuente en el edificio de cristales calificó de "negligencia a escala criminal".
"Quiero dejar sentada mi profunda preocupación y enorme frustración por la respuesta inaceptablemente lenta a esta grave crisis humanitaria", dijo el lunes a la prensa el propio Ban Ki-moon.
"Por lo tanto, llamo, en los términos más enérgicos, al gobierno de Myanmar a priorizar la vida de su pueblo. El gobierno debe hacer todo a su alcance para impedir que este desastre se vuelva aun más serio", advirtió Ban.
El jefe ejecutivo de la ONU exigió al régimen, además, eliminar las restricciones de visado a los socorristas internacionales. "Ellos también necesitan mayor acceso y libertad de movimiento", dijo.
Pero la junta rechazó la oferta horas después. "La nación no necesita todavía trabajadores de asistencia calificados", dijo un alto funcionario del régimen, según la edición del martes del periódico oficialista Nueva Luz de Myanmar.
Así, la dictadura reafirmó su habitual preferencia: la entrega directa de donaciones a los generales.
Una semana después del ciclón, el gobierno de India envió dos navíos y cuatro aviones a Birmania con tiendas de campaña, medicinas y otros artículos de primera necesidad. El paquete fue recibido en Rangún por el canciller Nyan Win y por el ministro Maung.
Las también vecinas Tailandia y China, y otros países de la región, como Singapur, también entregaron su ayuda a funcionarios del gobierno sin tratar de controlar que se entregara a quienes la necesitan. Otros países más pequeños aportaron dinero a la junta.
"De este modo no hay obstáculos ni confusión", dijo a IPS un diplomático del Sur. "La mayoría de los países en desarrollo lo prefieren así."
De todos modos, la asistencia recibida es insignificante ante la magnitud del desastre. La junta no buscó el apoyo de organizaciones humanitarias ni de birmanos en el exilio, a pesar de que carece de experiencia e infraestructura para manejar un desastre de este calibre.
Las fuentes de IPS advierten que, para peor, la junta está despilfarrando la asistencia.
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